No se si es la edad o la emotividad de poder ver a los ídolos de mi adolescencia, pero debo agradecer infinitamente a los organizadores del Festival Cordillera por permitirme y permitirnos a los cuarentones poder tener en el mismo espacio a esos íconos que tanto admiramos y que nos dieron los mejores momentos de esas décadas.

Voy a hablarles desde mi experiencia personal, yo tuve la fortuna de crecer con la influencia musical de mis hermanos mayores que me hicieron conocer, corear y amar desde pequeña las canciones del Rock en español, especialmente conocí a Hombres G desde muy niña por eso poder verlos fue un sueño hecho realidad, me hicieron regresar el reloj y sentir esa calidez de sus letras y ver a mis hermanos junto a mi, era recordar la locura que nos hacía sentir rebeldes por gritar esas palabras que eran prohibidas para nuestra generación como sufre mamón y llorar con un par de palabras, te necesito o temblando que acompañaron las primeras historias de amor y desamor de esa época; fue bellísimo poder escucharlos con esa calidad interpretativa y esa presentación impecable, su calidez con el público, tooodo, para mi, el mejor show de estos 2 días por todos los sentimientos que confluyeron en hacerme sentir la efervecencia de mi juventud. Y es que fueron tantos contrastes, porque luego pude brincar como loca con el kinky y experimentar esos nuevos sonidos

Ver a Providencia, la tradición de las cantaoras del pacífico canalón de Timbiquí pidiendo por la paz de Colombia, eso realmente fue maravilloso, poder Corear Sr cobranza con Bersuit; sorprenderme con el crecimiento artístico de Juliana a quien conocimos desde niña con esa voz tan hermosa pero poder verla con esa fuerza y liderando más de 20 personas en escena: fue mágico, la tradición de skatalites y debo confesar que canté una a una las de bacilos, aunque me chocó que no hayan cantado guerras perdidas, Miranda con esa buena energía me preparó para el show que para mi fue el mejor de esta edición del Cordillera HOMBRES G.

Del domingo les cuento que La Maldita vecindad con su pachuco me inyectó la energía que requería para vivir ese día con intensidad, que poder de conexión con la madre tierra y con los asistentes, momentos inolvidables y ese misticismo que transforma cualquier lugar en un gran lugar, el primer amor no se olvida y eso pasó al volver a ver a La Derecha y sentir esa emoción, ese acelere y eso que solo ellos me transmiten desde la primera vez que los vi en mi amada Universidad Nacional por allá en el 95 y moríamos por Mario Duarte y su hermano, por eso ver su presentación y esas imágenes de la banda original fue otro deja vu, y con esa fuerza interpretativa que le imprimió Alejandro Gomes y Javier de Burning Caravan fue otro instante lleno de nostalgia y emoción; Molotov es y siempre será un hit por lo que fue y lo que significa para nosotros los latinos, José Madero: Panda por siempre, y llegó el momento del día donde orgullosamente celebramos la presentación de Fonseca que estuvo a otro nivel: encantó y conectó con todos los asistentes que no dejamos de cantar ni por un momento, Trueno que la rompe con sus sonidos y capacidad improvisación para darle paso al final de mi noche bajo la hermosa luna de Bogotá y junto a Los fabulosos Cadillacs que llenaron el vacío que dejó Fito Páez.

Solo puedo desear larga vida al Festival Cordillera y desde ya empiezo a contar los días para volver a encontrarnos con esas leyendas latinoamericanas que nos regalan su alma con cada presentación.